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Un marco analítico general para el análisis de divisas y otras mercancías. Parte 5/5

Escrito por Warren Mosler

Warren Mosler y Mathew Forstater

Este artículo es el quinto de una serie cuyas entregas anteriores se pueden encontrar en los siguientes enlaces.

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4

Gasto deficitario e impuestos futuros

Se ha argumentado continuadamente y aceptado generalmente que el gasto público deficitario equivale a impuestos futuros. Nuestro modelo, sin embargo, demuestra claramente que este no es el caso. Por ejemplo, si los agricultores vendiesen más maíz de lo que la población consumiría en un período, se podría decir entonces que estarían realizando un gasto deficitario de maíz que se almacenaría. ¿Eso implica que el consumo debe aumentar algún día o que la producción futura se reducirá? No necesariamente. Se puede argumentar que el valor futuro del maíz caerá algún día, pero eso dependería del inventario deseado en el futuro. De hecho, los comerciantes de maíz observan cuidadosamente los inventarios. Tienen una idea del tamaño “correcto”, que es coherente con precios estables. Esa cantidad “correcta” fluctuará naturalmente con el tamaño de la población, la disponibilidad de sustitutos, etc. En el caso del proveedor único, como el monopolista del agua que fija el precio y deja que el mercado compre todo lo que quiere, las ventas que excedan del consumo corriente de nuevo no implican obligatoriamente aumentos futuros en el consumo o una producción futura más baja. Tampoco significan necesariamente una caída en los precios futuros del agua.

Lo mismo es cierto para el Estado como emisor de su moneda. El Estado no obliga a nadie a intercambiar bienes y servicios por su moneda. El intercambio se produce con vendedores dispuestos que desean la moneda. El gasto deficitario ocurre solo si el sector privado desea acumular unidades de la moneda para ahorrar neto. La hiperinflación es la condición en la que el sector privado ya no desea la unidad monetaria (tal como se refleja en el nivel de precios).

La crisis asiática de 1997

La crisis asiática de 1997 puede analizarse en el marco general de mercancías presentado aquí. Lo que sucedió puede describirse como un estrangulamiento en posiciones cortas del dólar. Ante la disminución de los déficits presupuestarios federales en dólares de EEUU, en Asia una expansión horizontal continuó durante la primera mitad de 1997. Los agentes tomaban prestados dólares DE EEUU y los gastaban directamente en proyectos o utilizaban sus dólares de EEUU para comprar moneda local que usaban en la gestión de sus negocios. Eso significaba que mantenían posiciones cortas en dólares estadounidenses y largas en su moneda local, que generalmente se invertían en empresas locales. A menudo, era el banco central local el que alentaba este tipo de riesgo al establecer una tasa de interés nacional más alta que la tasa de dólares de EEUU y al mismo tiempo mantener un tipo de cambio fijo. Mientras los empresarios locales pedían prestados dólares de EEUU y los intercambiaban por moneda local, el banco central estaba más que dispuesto a acomodar sus deseos y acumular reservas en dólares de EEUU. Sin embargo, cuando el sector privado se convirtió en vendedor neto de la moneda local para pagar sus obligaciones en dólares estadounidenses, los bancos centrales se mostraron reacios a perder sus reservas en divisas para respaldar la moneda local y, en su lugar, dejaron que fluctuase a la baja. A tasas de cambio inferiores, las empresas locales no podían cumplir con sus obligaciones en dólares estadounidenses y siguió una crisis de liquidez, que aún no se ha resuelto.

Volviendo a nuestro marco analítico para mercancías, sería algo parecido a tener posiciones cortas en grano mientras disminuyen las existencias en almacén. Actualmente, con las divisas locales deprimidas, muchos de estos países mantienen superávit comerciales considerables en dólares estadounidenses. Eso significa que hay otra parte que tiene déficit en dólares de EEUU, ya que el componente horizontal entre las naciones siempre es igual a 0. Mientras el balance fiscal de los Estados Unidos permanezca como está, es poco lo que se puede hacer para aliviar la escasez mundial de dólares de EEUU, salvo que disminuya el deseo neto de ahorrar en activos denominados en esta moneda. La caída de los precios puede disminuir el deseo neto de ahorrar, induciendo un gasto adicional, pero no es corriente que esto suceda. De hecho, es difícil encontrar un sector de la economía de los Estados Unidos que pueda seguir aumentando su endeudamiento lo suficiente como para prolongar el crecimiento del PIB de los Estados Unidos. Las dos oportunidades de crecimiento principales eran la expansión del crédito a los mercados subprime y asiático, los cuales se están desacelerando drásticamente. Además, parece que todas las naciones están impulsando la reducción del déficit (fiscal) simultáneamente, eliminando la posibilidad de expansiones impulsadas por exportaciones.

Aún no he leído una sola mención a la política fiscal de Estados Unidos como motivo de preocupación y responsable accesorio a la crisis asiática. Nadie parece reconocer la importancia de los déficits de la misma manera que reconoce la importancia del tamaño de las existencias de otros productos. Esa puede ser la razón por la cual los mercados no reaccionan en previsión del inevitable estrangulamiento de posiciones cortas, ya que ninguno de los participantes del mercado es consciente de esta conexión. Por lo tanto, solo cuando el estrangulamiento sea agudo, reaccionará el mercado finalmente, ya que quienes mantienen posiciones cortas no tienen otra alternativa que cubrir sus posiciones vendiendo otros activos para obtener los dólares de EEUU necesarios. Será un golpe contundente. Háganse cargo de que la economía japonesa se expandió lo suficientemente rápido a fines de la década de los 80 como para llevar el presupuesto al superávit. Poco después, los mercados de valores e inmobiliario colapsaron cuando los agentes se vieron obligados a vender estos activos para obtener los yenes que necesitaban. Ocho años después, el mercado de valores todavía cotiza a un descuento superior al 60& respecto a sus máximos y el sector inmobiliario continúa cayendo a tasas de dos dígitos anualmente, a pesar de años de tasas de interés cercanas al 0%. Un estrangulamiento en posiciones cortas de yenes solo puede resolverse en el componente vertical. Pero los objetivos presupuestarios a largo plazo entran en conflicto con esa necesidad.

Conclusión

Este documento describe una forma alternativa de ver el circuito monetario que toma en consideración el papel central del Estado desde el comienzo del análisis. Se introdujeron componentes verticales y horizontales del circuito monetario y se analizó su relación. Se demostró que este marco es aplicable no solo a la moneda, sino a cualquier mercancía. Esto se debe a que, si bien la moneda no obtiene su valor en virtud de su condición de mercancía, una vez dotada de valor, una moneda impulsada por impuestos puede analizarse como cualquier otra mercancía. Además de desacreditar el mito de que los déficits implican impuestos futuros, también se demostró que dicho marco es altamente aplicable a la actual crisis financiera asiática.

Bibliografía

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