Extraído del libro del autor La Moneda del Pueblo
El principio de juzgar por los efectos ha sido aplicado a muchos otros campos de la actividad humana, se conoce como el método científico que se opone al escolástico. El principio de juzgar las medidas fiscales por la forma en que operan o funcionan en la economía podríamos llamarlo Hacienda Funcional.
Abba P. Lerner
En los años 40 del siglo pasado el economista Abba Lerner escribía que el gobierno contaba con seis instrumentos para ejecutar sus políticas:
- Recaudar impuestos
- Transferir rentas
- Aceptar préstamos
- Conceder préstamos
- Comprar
- Vender
Lerner no incluía la impresión de dinero porque no es un instrumento independiente sino auxiliar de todos los anteriores. Si el dinero que consigue el estado por vender sus activos, emitir deuda o recaudar impuestos es superior al que entrega por transferir rentas, hacer préstamos o comprar entonces no necesita “imprimir” dinero. A la inversa si los cobros son menores que los gastos entonces habría que “imprimir” dinero.
La recaudación de impuestos efectivamente aumenta el dinero en manos del estado y detrae dinero de los bolsillos de los ciudadanos. El primer efecto no tendría mucha relevancia. Si se acumulan billetes en sus cofres podría guardarlos pero también podría quemarlos o destruirlos. Lo importante es el segundo efecto. Lerner entendió que recaudar impuestos no servía para financiar al estado sino para detraer poder de compra del sector privado y otros fines de política pública como desincentivar determinados comportamientos. El hecho de que el gobierno ingresara más dinero del que gastara tendría poca importancia. Lo relevante de la acción del gobierno es su efecto sobre la economía.
La primera responsabilidad del gobierno es mantener la tasa total de gasto del país en bienes y servicios ni por encima ni por debajo de la tasa a la que los precios actuales comprarían todos los bienes que es posible producir.
La primera responsabilidad del gobierno es mantener la tasa total de gasto del país en bienes y servicios ni por encima ni por debajo de la tasa a la que los precios actuales comprarían todos los bienes que es posible producir. Si se consiente que el gasto supere ese límite habrá inflación y si se permite que caiga por debajo habrá desempleo. Esto llevó a Abba Lerner a definir una simple regla para un gobierno que trata de maximizar el bienestar de la sociedad. Si existe desempleo es conveniente reducir impuestos o aumentar el gasto. Si hay un exceso de demanda de forma que hay pleno empleo con precios al alza la política adecuada es la contraria. Ésta es la primera ley de la hacienda funcional. El empeño por equilibrar las cuentas públicas en una época en la que el desempleo es muy elevado solo puede provocar un descenso de precios y un hundimiento adicional de la demanda agregada. Como dice Warren Mosler, «un presupuesto equilibrado por principio corresponde al gasto mínimo que no provoca una deflación continuada (Mosler, Soft Currency Economics, 1996)».
Emitir deuda tampoco sirve para proveer al estado de recursos financieros. Tomar dinero en préstamo o prestarlo solo tiene la utilidad de determinar los tipos de interés. Estas es la segunda ley de la finanza funcional: el gobierno debe pedir prestado si es deseable que el público tenga menos dinero y más bonos del tesoro.
En definitiva la hacienda funcional dejan sin efecto los principios de las finanzas “responsables” en los que creen las autoridades de Bruselas, los políticos conservadores e incluso muchos políticos progresistas. Equilibrar las cuentas públicas no tiene ninguna utilidad y el déficit público no es más que un guarismo que solo recoge la diferencia entre el poder adquisitivo que ha inyectado el gobierno y el que ha drenado. Si observamos que existe pleno empleo y estabilidad de precios entonces sabemos que vamos bien, sea el déficit público equivalente al -2% del PIB, el -8% del PIB, o el -15% del PIB. En palabras de Abba Lerner,
“el principio de juzgar por los efectos ha sido aplicado a muchos otros campos de la actividad humana, se conoce como el método científico que se opone al escolástico. El principio de juzgar las medidas fiscales por la forma en que operan o funcionan en la economía podríamos llamarlo Hacienda Funcional (Lerner, Selected Economic Writings of Abba P. Lerner, 1983).”