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Por qué la propuesta de Piketty es una vía muerta

Escrito por Stuart Medina

La reciente propuesta de cancelar la deuda de los estados miembros de la zona euro en manos del Banco Central Europeo hecha por Thomas Piketty es bienintencionada pero no conduce a ninguna parte. El autor parece entender que tal operación liberaría fondos para que los Estados los destinaran a inversión pública. En Red MMT hemos explicado que esta propuesta delata una pobre comprensión del sistema monetario y que es banal e irrelevante.

En este post daré más detalles que pueden ayudar a comprender por qué hacemos esta afirmación. Para ello es importante que la gente entienda cómo llegó la deuda pública al Banco de España (ojo, no al Banco Central Europeo), una filial al 100% del Estado Español.

Recordemos que el proceso de creación de títulos de deuda pública se inicia con las decisiones de gasto público. El Estado gasta con los límites de lo que le permiten los presupuestos generales del Estado.

Ese gasto introduce dinero en la Economía, normalmente en forma de reservas en el sistema bancario.

En una segunda etapa el Estado recauda impuestos. Ese paso destruye el dinero creado en el paso anterior.

Normalmente el estado tiene déficit (pero a esto también podríamos llamarlo superávit de gasto público neto). Las restricciones institucionales actualmente vigentes, como el Tratado de Maastricht, obligan al Tesoro a emitir deuda pública por importe equivalente para retirar ese exceso de dinero. El Tesoro sacará a subasta títulos de deuda como Bonos o Letras del Tesoro. Los compran bancos que ya tenían euros creados cuando gastó el Estado.

Lo único que ha ocurrido es que el Estado ha canjeado euros “verdes” por euros “amarillos”. La operación se asemeja a la de un banco que ofrece una cuenta a plazo a quien tiene un saldo preexistente en una cuenta corriente. No hay más misterio. La deuda pública no financia nada, el gasto público ya está financiado desde que el Estado autorizó el gasto y dio la orden de transferir los fondos desde la cuenta del Tesoro en el Banco de España a la cuenta corriente del beneficiario (lo cual creó una sucesión de apuntes contables: el Banco de España cargó la cuenta del Tesoro y abonó la cuenta de reservas de un banco comercial; el banco comercial cargó en su contabilidad su cuenta de reservas en el Banco de España y abonó la cuenta corriente de su cliente). Es decir, el Estado ofrece a quienes tienen dinero en cuentas que no paga intereses, cambiarlos por depósitos que sí paga intereses. Se hace por motivos de “política monetaria” pero es solo beneficencia para ricos. Poco más cambia pues ambos depósitos son saldos que están registrados en cuentas del banco central.

Allí se acababa la historia hasta 2012 porque los disfuncionales tratados de la UE prohibían a los bancos centrales que compraran deuda de los estados. (Algo absurdo, porque para eso se crearon los bancos centrales pero así funcionan las luminarias europeas). Sin embargo durante la crisis financiera global iniciada en 2009 los mercados se dieron cuenta de ese defecto de diseño de la zona euro y los títulos de deuda pública de los estados empezaron a caer de precio (y por tanto el rendimiento exigido por el mercado se disparó). Casi se les cae el tinglado en 2012 hasta que  Draghi inició las compras de deuda pública saltándose la prohibición de los Tratados de la UE con la connivencia del Tribunal de Justicia Europeo.

La cuestión clave es entender que el BCE acordó que las compras las hicieran los bancos centrales de cada país. La deuda pública española la compra el Banco de España, la italiana el Banco de Italia, etc. El volumen que podía comprar cada banco central se repartían en función de la clave de capital que tenían los bancos centrales nacionales en el sistema de bancos centrales de la zona euro.

Estas compras dentro del programa de adquisición de activos o flexibilización cuantitativa se pueden describir mejor como un canje de los euros amarillos  por los euros verdes de antes. El sector privado sigue con el mismo volumen de activos financieros de antes, solo que ahora sus carteras tienen más euros verdes que no pagan intereses y  menos euros amarillos que si los pagan (por eso Warren Mosler describe la flexibilización cuantitativa como un impuesto sobre el sector privado puesto que reduce sus rentas).

En definitiva el Estado español, a través de su filial, el Banco de España, ha comprado su propia deuda. ¿Sirve para reactivar la economía o aumentar la actividad crediticia como aseguran los economistas? No. Eso es lo que creen los economistas convencionales que creen en el mito del multiplicador monetario. La flexibilización cuantitativa sólo sirve para que la cotización de la deuda pública española no se hundiera en los mercados en 2012. Nada más.

Ahora supongamos que se hace lo que propone Piketty: el Banco de España cancela su cartera de deuda pública del Tesoro de España. En el editorial de Red MMT se muestran los apuntes contables que describen esa operación. ¿Ha cambiado la posición financiera del sector privado? No. El sector privado sigue con la misma cantidad de euros verdes de antes. ¿Ha cambiado la posición financiera del Estado español? Tampoco, su deuda neta sigue siendo la misma. ¿Dispone de más fondos el Estado para gastar? Tampoco. ¿Para qué sirve la operación que propone Piketty? Para nada.

Si queremos que nuestro Estado gaste más hay que volver al principio: el proceso para autorizar el gasto público. ¿Qué impide al Estado español gastar e invertir lo necesario? Dos cosas básicamente: los disfuncionales tratados de la UE con sus límites absurdos al déficit público, limitados al 3% sobre el PIB (temporalmente suspendidos, pero solo temporalmente) y, sobre todo, a la mentalidad, la ideología y el desconocimiento de Montero, Calviño y de los economistas que las asesoran.

¿Queremos más gasto e inversión pública? Sí. ¿Lo conseguirá la propuesta de Piketty? Rotundamente NO. Hay que desmontar el Tratado de Maastricht y la ideología neoliberal. Lo demás es una pérdida de tiempo.

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