John Maynard Keynes

John Maynard Keynes

El dinero es la medida del valor, pero considerar que está dotado él mismo de valor es una reliquia de la concepción según la cual el valor del dinero está regulado por el valor de la sustancia de la que está hecho, lo que equivale a confundir la entrada de teatro con la representación

[Keynes, 1930]

John Maynard Keynes (1883-1946) fue un economista británico nacido el 5 de junio de 1883.

En 1902 ingresó en el King’s College de la Universidad de Cambridge, donde estudió matemáticas y teoría de probabilidades, para finalmente optar por los estudios de Economía.

En 1906 fue nombrado por oposición funcionario público del Home Civil Service y destinado a la India, cargo al que renunció en 1908 para ser profesor en la Universidad de Cambridge. Keynes sería un personaje muy polifacético, desempeñando múltiples cargos como editor del Economic Journal desde 1912, secretario de la Royal Economic Society, alto funcionario de la Administración británica a partir de 1916 y consejero del Ministerio de Hacienda británico.

En 1919, tras finalizar la primera guerra mundial formó parte de la delegación británica en la Conferencia de Paz de París, puesto del que dimitió ese mismo año por estar disconforme con el régimen abusivo de indemnizaciones y reparaciones que se imponían a Alemania. Sobre este tema escribió, en 1919 el libro “Las consecuencias económicas de la paz”, en el que anunciaba las implicaciones y consecuencias de las condiciones económicas impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles. Trabajó también en el sector empresarial, en la dirección de inversiones de una compañía de seguros, y de asesor financiero del King’s College, del Banco de Inglaterra y del propio gobierno británico. Dentro también del mundo de la economía fue gran aficionado a la historia económica y biógrafo de grandes economistas.

Keynes había completado su “Tratado sobre Probabilidad” antes de la guerra, pero lo publicó en 1921. En este libro sostiene que no se pueden asignar ratios de probabilidad objetiva a ninguna consecuencia futura, siendo contrario a cualquier hipótesis de expectativas racionales o probabilidad objetiva de quienes creen que el pasado da una estadística fiable. En 1922 Keynes continuó abogando por la reducción de las reparaciones alemanas y con una revisión del Tratado atacó las políticas de deflación de la Primera Guerra Mundial, con el argumento de que los países deberían apuntar a la estabilidad de los precios internos y evitar la deflación, aun a costa de permitir que su moneda se depreciase. El Tesoro y el Banco de Inglaterra estaban todavía en favor del patrón oro y en 1925 fueron capaces de convencer al entonces Canciller Winston Churchill para restablecerlo, lo que tuvo un efecto depresivo sobre la industria británica. Keynes respondió escribiendo “Las consecuencias económicas de Mr. Churchill” y siguió argumentando contra el patrón oro hasta que Gran Bretaña finalmente lo abandonó en 1931.

En la década de 1930 y tras la publicación de su “Tratado sobre el dinero”, Keynes formó el Cambridge Circus con un grupo de jóvenes economistas de Cambridge estrechamente asociados a él que se reunían para leer y discutir el Tratado y proporcionar información a su obra. El grupo estaba formado por Richard Kahn, James Meade, Joan Robinson, Austin Robinson y Piero Sraffa. Keynes encabezó una revolución en el pensamiento económico que tomó forma en 1936 en su “Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero”, volcando las viejas ideas de la economía neoclásica que sostenían que los mercados libres, en el corto y mediano plazo, proporcionar automáticamente el pleno empleo, siempre y cuando los trabajadores fueran flexibles en sus demandas salariales. Keynes argumentó que la demanda agregada es la variable que determina el nivel general de la actividad económica y que una insuficiente demanda agregada podría dar lugar a prolongados períodos de alto desempleo. De acuerdo con la economía keynesiana, la intervención del Estado era necesaria para moderar el auge y la caída de los ciclos de la actividad económica. Abogó por el uso de medidas fiscales y monetarias para mitigar los efectos adversos de las recesiones y depresiones económicas.

A finales de los años 1930 y 1940, economistas como John Hicks, Franco Modigliani, y Paul Samuelson intentaron interpretar y formalizar los escritos de Keynes en términos de modelos matemáticos formales, desarrollando el famoso modelo IS-LM. En un proceso denominado como “síntesis neoclásica”, combinaron el análisis keynesiano con la Economía Neoclásica para producir la corriente Neokeynesiana de economía, que llegó a dominar la corriente principal del pensamiento macroeconómico hasta la década de los 70, y que Joan Robinson despreció denominándola como “Keynesianismo bastardo” por tratarse de una desviación de los elementos centrales de la obra de Keynes para ajustarlos a la teoría marginalista, desactivando así la revolución que debía suponer. Esta revolución continuó tomando forma a través de sus más allegados colaboradores con una teoría coherente a la luz de las ideas de Keynes, conformándose en la década de 1970 en la Escuela Postkeynesiana, una escuela diferenciada de la corriente Neokeynesiana y de la Nueva Economía Keynesiana surgida por entonces.

En 1942 Keynes era ya un economista ampliamente reconocido, hecho evidenciado en su admisión en la Cámara de los Lores con el título de Baron Keynes de Tilton en el Condado de Sussex, ubicándose en la bancada del Partido Liberal. Durante la Segunda Guerra Mundial Keynes también estuvo muy involucrado en las negociaciones que establecieron el sistema Bretton Woods, en su papel de líder de la delegación británica y presidente de la Comisión del Banco Mundial. El plan de Keynes, referente a una Unión Internacional de Compensación propuesta para un sistema de administración de divisas, involucraba un banco central mundial, el Bancor, que sería responsable de una unidad mundial única de cambio. Sin embargo, el peso de los EE.UU. en las negociaciones fue determinante para que el resultado final estuviera más acorde a los planes de Harry Dexter White.

El 21 de abril de 1946 Keynes murió a causa de un infarto, siendo considerado ya entonces como el economista más influyente de su siglo.

Los economistas se están fijando a sí mismos una tarea demasiado fácil y demasiado inútil, si en los periodos tormentosos lo único que nos pueden vender es que, cuando amaine y la tormenta haya quedado muy atrás, el mar estará de nuevo en calma.