Las bases de las recetas económicas impuestas en los últimos años fueron creadas por chamanes al servicio de la superclase.
La historia se repite. Nos encontramos ante uno de esos momentos que podemos tipificar como de clara amenaza para la libertad y la democracia. No les ha bastado con el daño infligido durante la crisis sistémica. Quieren más. La libertad y la verdad están siempre amenazadas por aquellos que no valoran más que su propia obsesión por el poder y el dinero, más allá de toda razón. No debemos olvidar que el “impulso liberal actual” consiste en culpar a problemas de mala información de aquello que forma parte de los abusos de poder y privilegio más indignos de las últimas décadas. La libertad no es un premio que se gane y se mantenga para siempre. Es un compromiso continuo y un estado de ánimo para ver ciertos principios por encima de otros. Y uno de ellos que nunca debe aparecer es la avaricia.
Recuerden el intento de los banqueros de la época de montar un golpe de estado a todo un Frank Delano Roosvelt para colocar en su lugar a un fascista
La “superclase” a lo largo de la historia, incluida la reciente, no ha dudado en crear tramas encaminadas a instalar en los puestos de responsabilidad política a aquellos que sean más compatibles con su codicia y amor por el poder. Y de eso no está a salvo nadie. Recuerden el intento de los banqueros de la época de montar un golpe de estado a todo un Frank Delano Roosvelt para colocar en su lugar a un fascista. Muchos de esos banqueros financiaron con posterioridad a Hitler, a pesar de que su país ya estaba en guerra con los nazis y sus aliados.
El brazo económico de la superclase
Desde el lado de la teoría económica la superclase creó su propio instrumento para incrementar su poder. Nos referimos a ese sistema roto de gobernanza económica denominado “neoliberalismo”, surgido a mediados de la década de 1970. ¡Qué bien se ajustan a los principios de codicia y avaricia las hipótesis de mercados eficientes y de las expectativas racionales! El problema es que ambas no se ven corroboradas por los datos, son falsas. Y así todo. Las bases de las recetas económicas impuestas en los últimos años fueron creadas por chamanes al servicio de la superclase (Milton Friedman era sin duda el chamán jefe).
El neoliberalismo es un proyecto llamado desastre que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría
Recordemos los pilares básicos del chamanismo actual. Primero,el abandono del pleno empleo como objetivo político deseable y su reemplazo por objetivos de inflación en base a chorradas como la NAIRU. Con paro se consigue “disciplinar” a la fuerza laboral. En segundo lugar, un aumento en la globalización de los flujos de personas, capital, y comercio. Ya sabemos sus consecuencias: deslocalización, paraísos fiscales, desigualdad, trabajos precarios…. En tercer lugar, sin duda una de las mayores estupideces humanas, un enfoque empresarial basado en la maximización del valor para los accionistas en lugar de la reinversión y el crecimiento económico. Como consecuencia, hundimiento de la inversión productiva y triunfo de la financiarización –eufemismo de especulación- Finalmente, la búsqueda de mercados laborales flexibles con la disrupción de sindicatos y trabajadores. Había que destrozar al factor trabajo y mimar a los propietarios de capital, sobre todo a los nuevos terratenientes y rentistas, los poseedores de suelo. El neoliberalismo, en definitiva, es un proyecto llamado desastre que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría.
Las recetas del FMI para España, enésimo ejemplo de chamanismo
Las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe para la economía española no dejan de ser una prueba más de dos comportamientos esquizofrénicos que venimos denunciando día sí y día también, desde estas líneas. Por un lado, reflejan una profunda incompetencia estructural. Son recetas prescritas por un médico que aún no ha dado con el diagnóstico correcto del enfermo. Sin embargo, una vez que fracasan, la insistencia, persistencia y perseverancia en las mismas políticas implica algo más. Supone que detrás de las mismas hay un instinto de supervivencia de la clase dominante. De nuevo avaricia y codicia.
Hay que poner un impuesto al suelo, a los nuevos señores feudales que se forran creando humo, a esa clase mimada de altos ingresos que no crean ni generan nada
Las cuatro principales recetas del FMI para España son las siguientes. Primero, subir el IVA para “captar recursos financieros destinados a atajar la desigualdad”. Pero, ¿qué broma es esto? El IVA es un impuesto profundamente injusto que enquista la desigualdad. No, hablemos claro. Hay que poner un impuesto al suelo, a los nuevos señores feudales que se forran creando humo, a esa clase mimada de altos ingresos que no crean ni generan nada.
Segundo, el organismo multilateral aboga por mantener el sistema de revalorización de las pensiones tal y como está, limitando las subidas anuales al 0,25%, independientemente de la evolución de los precios y de la situación económica del país; retrasar la edad de jubilación; y empezar a mirar planes de pensión privados. ¡Hilarante! El agujero de nuestra Seguridad Social, cada día mayor, es consecuencia directa de la aplicación de las políticas recomendadas por el FMI: descensos salariales, empleo precario y bonificaciones a las cotizaciones. Los problemas asociados al actual sistema de pensiones público de reparto, y que se deberían atacar, son el estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución de la renta, y la caída de la productividad. Remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad salarial, unido a un crecimiento de la productividad son, por lo tanto, partes intrínsecas que permitirían solucionar los problemas de las pensiones públicas bajo el sistema de reparto, sin necesidad de acudir a sistemas financiados y a sus efectos perversos.
Lo que propone el FMI es más de lo mismo
En tercer lugar, proponen mantener la actual reforma laboral y reducir la dualidad laboral mediante el contrato único. Todas estas propuestas desde el lado de la oferta sobre el mercado laboral se encuadran dentro de ese conjunto de recetas económicas tendentes -en nombre de la competitividad- a disminuir los salarios y recortar los beneficios del factor trabajo. La base de estos análisis es que dado un gasto autónomo real, existe una relación negativa entre el nivel del salario real y la demanda de trabajo de las empresas. Sin embargo, la realidad sugiere lo contrario. Existe una relación positiva entre el nivel del salario real y la demanda de trabajo de las empresas.
Cuarto, aumentar la productividad y el tamaño de las empresas. De nuevo ideas vacías. España jamás perdió competitividad en las últimas dos décadas. Junto con Alemania el nuestro es el único país que en los últimos 25 años mantuvo e incrementó su cuota de exportaciones, ya no solo por margen intensivo, sino también por aumentos en el margen extensivo, la exportación de nuevos productos y hacia nuevos destinos. España es muy competitiva, pero tiene una baja productividad porque el modelo de crecimiento propuesto por las élites patrias –políticas, financieras, inmobiliarias, y oligopolistas- era intensivo en mano de obra, pero muy lucrativo para ellas.
En definitiva, lo que propone el FMI es más de lo mismo, y todo ello a pesar ciertos estudios externos que el propio FMI ha publicado y que en líneas generales van en contra de estas propuestas.
*Artículo publicado originalmente en vozpópuli